21 de abril de 2012

Sueño y realidad

Tarea de Lengua sobre un cuento que tenga un sueño y una realidad, pero que tenga cierta confusión sobre cuál es cuál.

Ver también en En la otra mirada


Otra estación, otra realidad



En mitad de la tarde salí a caminar por el pueblo. Cansada de estar encerrada en casa decidí tomarme un día libre. Las calles largas llenas de arboles totalmente verdes y los pájaros cantado. Sintiendo cómo el viento a menta me chocaba suavemente en la cara, sentía que el tiempo se suspendía como un silencio en la música, la tranquilidad infinita. Las nubes que parecían hechas de algodón y, de pronto el sol brillante que me cerraron los ojos.
Las montañas colmadas de nieve que casi desborda por la pendiente. Ya el frío era insoportable, yo abrigada hasta la nariz. Los pinos del bosque chorreaban un poco de cellisca, desde la punta de ellos se veía un ave muy grande, pero no logré diferenciar su especie pero producía un sonido chillante, como si llamara a alguien. El vapor que salía de mi boca era nívea como el entorno, casi todo hacía conjunto, menos los perros grandes que vi a lo lejos entre la nevisca. Obviamente me asuste y entonces fui en busca del camino, además de que se hacía tarde, me perdí por un tiempo, pero finalmente logré encontrarlo. Esperé que pasaran algunos autos y luego crucé, pero vi uno azul petróleo que se paró no muy lejos de mí. Entré a correr pero la nieve me trababa los pies. Ya estaba a unas cuadras de mi hogar, entonces me relajé. Veía como desde afuera se podía ver a mi madrina cocinando un delicioso guiso, pero sentí que algo me jalaba hacia atrás y todo se oscurecía.
Las mariposas volaban alegres sin ningún tipo de problemas, mi vestido flameaba con el viento. La pureza de la tarde al aire libre, no muy lejos del pueblo. Los niños jugando a la Rueda-rueda, un señor con su puestito vendiendo globos. Hoy vinieron varias parejitas de “amigos” a pasar un hermoso día. Pero yo vine sola, a disfrutar la colosal naturaleza, comiendo algunos sanguchitos, y oliendo las flores de esta primavera.  Aún siendo esta estación del año el lago seguía teniendo algunos bloques de hielo, pero era muy inspirador ver el sol que se escondía por detrás y el cielo cambiando a colores cálidos. Después de un tiempo  fui a recorrer su orilla, tratando de no mojarme los pies.  Podía llegar a ver a un hombre de, tal vez, unos 45 a 50 años de edad. Creo que me lo quedé observándolo un tiempo considerable como para que me preguntara si estaba bien, pero su voz me era conocida y me quedé anonadada.
Volví otra vez en sí, pero no reconocía el lugar, no me era familiar. Había un hogar que calentaba toda la habitación. El aroma que había era como a muchos perfumes de hombres, claro que eran muy agradables pero yo estaba sola, quieta, con miedo, con ropa que no era mía y sin saber donde estaba. Me sentía mal, como si mi estómago me estuviera consumiendo, pero no era de gula, sino de nervios y me dolía la cabeza como si fuera un clavo que martillaban. Y sin tener alguna otra opción me recosté sobre el sofá.
El hombre parecía aciago, pero en cierta forma lo podía reconocer, pero con otro carácter, otra forma de ser. Era un poco más amable, tranquilo y con el cálido sol podía sentir que era una persona buena. Me ofreció de caminar junto a él, pero desconfiadamente acepté. No recordaba su nombre, pero creo que lo vi por un tiempo corto que me quedó grabado un momento, como un sueño. Fuimos en dirección hacia el pueblo, y las estrellas ya casi se empezaban a marcar en el techo azul. Siento que me empuja hacia uno de los árboles y veo que ya no había nadie más cerca, en eso siento que me da una punzada en el pecho y el señor me agarra los brazos para levantarme pero lo último que vi fue a ese señor que se desvanecía.
Siento que me empiezan a tocar los brazos, abro los ojos y tenía a esa persona encima y mirándome fijo. Tenía una expresión de deseo sobre mí, pero no podía moverme. Sentía cómo sus 10 cuchillas desgarraban mi ropa, y supe que este no fue un sueño, que no era la misma persona que vi en el lago, y que algo me quería hacer, algo que nunca antes me había pasado.